Desde hace cuatro generaciones, un campo de tulipanes resulta un colorido imán en Trevelin, una colonia galesa a 26 km de Esquel. Las flores actúan como una suerte de arcoíris que atrae a visitantes nacionales e internacionales.
A pocos metros de la ruta nacional 259 que conduce a Chile y a la vera del río Nant y Fall, las líneas de plantaciones de la empresa Tulipanes Patagonia confluyen a lo lejos con el magnífico Cerro La Monja, visitar el lugar es una experiencia atractiva y única.
“Mi bisabuelo compró este suelo para producir trigo. En esos tiempos no era tan fácil poder vender lo que se producía en el campo, especialmente en un lugar tan alejado como este valle. Luego se hizo cargo mi abuela, que se quedó viuda muy joven. Ella tuvo acá un tambo, en el que producía manteca. En la colectividad galesa se consumía mucho ese producto que ella hacía. Y hace 29 años arranqué yo, produciendo bulbos de tulipán”, recuerda Juan Carlos Ledesma.
Ledesma detalla que al principio la producción no funcionaba del todo bien, por lo que decidieron darle un giro turístico al emprendimiento. “Desde que abrimos al público, el crecimiento fue sostenido, cada año nos visita más gente. En octubre se llenan las plazas hoteleras de Trevelin, Esquel e incluso El Bolsón”. Esta es la octava temporada en que el campo de tulipanes abre sus puertas a los visitantes.
El boom se produjo hace cinco años, cuando las fotos del campo de tulipanes se viralizaron en las redes sociales. El atractivo consiguió romper la estacionalidad y convirtió al mes de octubre en Trevelin en sinónimo de flores.
“Estamos enamorados de lo que pasa, pero seguimos aprendiendo. Hay mucho para seguir mejorando. Esta zona no estaba acostumbrada a recibir público masivo como tenemos ahora, así que el aprendizaje es para todos”, concluyó Ledesma.