El anuncio de Sergio Massa al frente del ministerio de Economía obtuvo la bienvenida de los mercados, algo que no le había ocurrido a Silvina Batakis. El espaldarazo fue reflejado en una fuerte caída del riesgo país y en la reducción de la cotización del dólar. La sola designación de Massa le puso un freno a la escalada del dólar, que amenazaba con espiralizarse.
La super estructura que tiene a su cargo refleja que cuenta con un amplio poder de decisión, algo que no consiguieron ni Batakis ni su antecesor en el cargo, Martín Guzmán. Ambos, especialmente el segundo, estuvieron cuestionados permanentemente por la vicepresidenta, Cristina Kirchner, la máxima responsable de la crisis política por la que está atravesando el Frente de Todos.
El apoyo de los gobernadores, el buen recibimiento de los inversores y el apoyo empresario le dan a Massa un inédito margen de maniobra, al menos para lo que ha sido hasta ahora el gobierno de Alberto Fernández. La mejora de los activos financieros con la fuerza que se produjo en los últimos días no había ocurrido en los dos años y medio de gestión.
La tarea de Massa no será sencilla, no cuenta con crédito externo y lo complica el escaso margen para financiarse localmente. No alcanza con haber despejado el “ruido político”, en el corto plazo deberá mostrar resultados.
La reciente suba de tasas estuvo coordinada por el propio Sergio Massa. El objetivo es estabilizar las variables financieras y transcurrir lo más tranquilo posible el segundo semestre. Massa no tendría en sus planes forzar una devaluación, al menos no en el arranque de su gestión. Su primer objetivo es acumular reservas en el Banco Central, sabiendo de antemano que Agosto no se presenta como un mes fácil, el Estado tendrá que destinar no menos de USD 1.500 millones a la importación de energía para abastecer el mercado.