La ONU denunció que la Franja de Gaza se convirtió en un «cementerio de miles de niños». Más tarde, la organización internacional expresó su preocupación por el aumento de víctimas debido a la deshidratación en esa región palestina.
Desde el 7 de octubre, Israel ha estado bombardeando implacablemente Gaza e impuso un cerco al enclave en respuesta a la incursión de comandos del movimiento islamista Hamás a su territorio. Los bombardeos terminaron con la vida de al menos 8.500 civiles, la mayoría de ellos son niños.
El portavoz de Unicef, James Elder, expresó su preocupación por la escalada de muertes de niños en Gaza, observando que sus peores temores se han hecho realidad en tan solo 15 días. «Los números son terribles: más de 4.300 niños han sido asesinados y ese número aumenta cada día. Gaza se convirtió en un cementerio de miles de niños», agregó.
Elder indicó que, incluso, la situación puede empeorar debido a la falta de acceso a agua potable en el territorio devastado de 362 kilómetros cuadrados que alberga a casi 2.4 millones de palestinos y que está siendo permanentemente atacado por Israel. «La capacidad de producción de agua de Gaza no representa más que el 5% de su producción cotidiana habitual. La muerte de niños, y en particular de lactantes, a causa de la deshidratación constituye una amenaza creciente», expresó Elder.
Unicef está haciendo un llamado urgente a un alto el fuego inmediato, junto con la apertura de todos los puntos de acceso a Gaza para permitir la entrada de ayuda humanitaria. «Sin cese del fuego, sin agua, sin medicamentos y sin la liberación de niños secuestrados, nos precipitaremos hacia horrores aún mayores para esos niños inocentes», advirtió, en referencia a la situación general en Gaza y a los menores que fueron secuestrados por Hamás en Israel.
Junto con el comunicado de la ONU la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que la mortalidad infantil se está agravando debido a la falta de acceso a la atención médica, con un énfasis en los niños prematuros que dependen de incubadoras, muchas de las cuales se encuentran en áreas afectadas por la guerra. «Se perfila una catástrofe de salud pública inminente», concluyó.